Teóricos que sustentan la importancia de la Educación Artística


El Arte y el valor que su práctica puede desempeñar en la formación educativa de cada persona, ha sido motivo de estudio por parte de filósofos, pedagogos, psicólogos, artistas, educadores y terapeutas. Esa inquietud presente en la concepción filosófica de Platón, ha sido retomada y estudiada por importantes investigadores: Lev Vigotski, Herbert Read, Viktor Lowenfeld, Rudolf Arnheim, Bogdan Suchodolski, Arno Stern y Howard Gardner. De todos ellos he recibido, tras la lectura y reflexión de sus obras, significativas e interesantes aportaciones que han enriquecido mi práctica educativa.

Con el deseo de difundir estas aportaciones a quienes se interesan por la educación artística, he preparado un extracto esencial de mis anotaciones en torno a cada uno de ellos, para que sean conocidas y ampliadas a través de los siguientes enlaces.


Contenido


Platón
Lev Vigotski

Herbert Read

Viktor Lowenfeld

Rudolf Arnheim

Bogdan Suchodolski

Arno Stern

Howard Gardner



Platón (427 - 347 a. C.)


Hace veinticuatro siglos, Platón formuló los principios del ideal educativo griego y la tesis de que el Arte debe ser la base de toda forma de educación natural y enaltecedora.

Platón propuso una educación estética que brindara armonía tanto al cuerpo como a la mente, considerando al arte como el mejor instrumento de educación temprana y el único que puede penetrar en las profundidades del espíritu humano. Para él, toda gracia de movimiento y armonía de vivir están determinados por el sentimiento estético, por el reconocimiento del ritmo y la armonía. Estas cualidades intervienen en la pintura, en la música, en la danza, en el tejido, en la arquitectura, en los objetos cotidianos, en la constitución de los cuerpos vivientes y de todas las plantas. La ausencia de ritmo y gracia son consecuencias de una mala formación y de un mal carácter.

En su obra “La República” manifiesta:

Dado que la armonía lo llena todo, dado que es el principio mismo de coherencia del universo, este principio debería  constituir la base de la educación, de modo que nuestros jóvenes, al igual que los habitantes de una región sana, puedan sacar provecho de todo y, sea cual fuere el lugar desde donde la emanación de las obras bellas llegue hasta sus ojos y oídos, la reciban como una brisa que sopla salud de tierras salubres y les gana imperceptiblemente desde su más temprana infancia para la semejanza, el amor y la armonía con la verdadera belleza de la razón.



Lev Vigotski (1896 - 1934)



Cuando en 1930, L. S. Vigotski publica su obra “La imaginación y el arte en la infancia”, presenta en ella una visión muy avanzada de los valores y problemas de la expresión infantil.

Para Vigotski, es precisamente la actividad creadora del hombre la que hace de él un ser proyectado hacia el futuro, un ser que contribuye a crear y que modifica su presente. Por eso, una de las más importantes tareas de la educación es: fomentar la capacidad creadora para el desarrollo general y la madurez del niño.

Esta actividad creadora se aprecia ya, con todo su rigor, en los primeros años de la infancia, donde encontramos procesos creadores que se reflejan, sobre todo, en sus juegos. Allí los niños demuestran ejemplos de la más auténtica y verdadera creación. Al jugar reelaboran las experiencias vividas creativamente y, combinándolas entre sí, edifican realidades nuevas acordes con sus aficiones y necesidades. El afán que sienten de fantasear las cosas es reflejo de su actividad imaginativa.

Según Vigostki, la imaginación es una función vitalmente necesaria que no aparece repentinamente, sino que se desarrolla a lo largo del proceso de crecimiento del niño con lentitud y gradualmente, ascendiendo desde formas elementales y simples a otras más complejas. Su madurez sólo se alcanza en la edad adulta y su actividad tiende a ser creadora, dinámica y transformadora.

Es evidente que la capacidad creativa de la imaginación se encuentra en relación directa con la riqueza y la variedad de experiencias acumuladas. Cuanto más rica sea la experiencia humana, tanto mayor será el material del que dispone esa imaginación. Por eso, es necesario ampliar la experiencia del niño si queremos proporcionarle una base suficientemente sólida para su desarrollo. Cuanto más vea, oiga y experimente, cuanto más aprenda y asimile, y cuantos más elementos reales disponga en su experiencia, tanto más considerable y productiva será su imaginación, pues la fantasía construye siempre con materiales tomados del mundo real. Las mayores fantasías no son más que nuevas combinaciones de los elementos tomados.

Vigotski concede un importante valor educativo a las actividades de expresión artística. Mediante el dibujo, la pintura y el modelado, el niño y el adolescente pueden expresar más fácilmente sus inquietudes, adquirir un nuevo lenguaje que amplíe sus horizontes, ahondar en sus sentimientos y crear nuevas imágenes. A través de las diversas técnicas artísticas lograrán nuevos hábitos de trabajo y conocimientos profesionales, aprendiendo a dominar materiales y métodos especiales de expresión.

Para Vigotski, la creación literaria y el arte del teatro, en combinación con las clases tecnológicas y los ejercicios artísticos, es lo más valioso de que dispone el profesor para el intenso desarrollo de la imaginación de sus alumnos.



Herbert Read (1893 - 1968)


Herbert Read retoma la tesis planteada por Platón y, en su libro “Educación por el Arte” considera que el Arte debe ser la base fundamental de la educación, e insiste en los beneficios educativos que podrían surgir de su práctica.

Para Herbert Read, la educación artística debe abarcar todos los modos de expresión individual, configurando un enfoque global de la realidad que dé lugar a una educación estética. Según él, ninguna otra materia puede originar en el niño un desarrollo tan integral que tenga en cuenta imagen y concepto, sensación y pensamiento, así como un conocimiento instintivo de las leyes del universo y un hábito o comportamiento en armonía con la naturaleza. En esta propuesta de educación cobra una gran importancia la educación de los sentidos que, relacionados con el mundo exterior, construyen una personalidad integrada.

Para Herbert Read, la finalidad general de la educación, así como la del arte, debería consistir en fomentar el crecimiento de lo que cada ser humano posee de individual, armonizando la individualidad así lograda con la unidad orgánica del grupo social al cual pertenece.

Una manera singular de hablar o de sonreír, contribuye a la variedad de la vida. Una manera singular de ver, de pensar, de inventar, de expresar pensamientos o emociones puede ser de incalculable beneficio para la humanidad. Pero la singularidad carece de valor práctico en el aislamiento.

Una educación dirigida exclusivamente hacia el pensamiento lógico, produce una incapacidad para la actividad imaginativa y el placer sensorial. Por eso, es fundamental una educación estética que potencie el desarrollo de las cuatro funciones principales de los procesos mentales: pensamiento, sentimiento, sensación e intuición. Además, el equilibrio psíquico, base de toda estabilidad e integración intelectual, sólo es posible cuando se permite o se alienta esa integración del inconsciente, lo que sucede especialmente en todas las formas de la actividad imaginativa: ensueños, elaboración espontánea de la fantasía, expresión creadora en colores, líneas, sonidos y palabras.

Estudioso del paralelismo existente entre tipos psicológicos y estilos artísticos, Herbert Read ve en el arte la mejor guía para un sistema de educación que considere, en alguna medida, las variedades naturales de temperamento y personalidad. Uno de los objetivos del profesor debe ser: lograr el mayor grado de correlación posible entre el temperamento del niño y sus modos de expresión, puesto que según el alcance de desarrollo de los procesos mentales y la combinación de los mismos en un determinado individuo, tendremos los diferentes tipos de personalidad, que darán lugar a diferentes tipos de arte. No existe un tipo de arte al que deban conformarse todos los tipos de personas, sino tantos tipos de arte como tipos de individuos. El arte significa  algo más que un reflejo de las particularidades de cada temperamento individual. Cada tipo de arte es la expresión  legítima de un tipo de personalidad.

El lugar para el arte en el sistema educativo es de vastos alcances, pero hay que reconocer que, para muchos docentes, es más difícil desarrollar la expresión, ejercitar la imaginación y estimular la actividad mental voluntaria, que enseñar mecánicamente. Herbert Read hace responsable al sistema educativo del declive hacia las actividades artísticas que el niño suele  manifestar cuando llega a la preadolescencia. Considera que recargar el programa de estudios con materias y actividades lógicas, va en detrimento de las actividades artísticas que podrían contribuir muy bien al desarrollo integral, a mejorar la sensibilidad y formar personas que aprecien la belleza y el valor de las creaciones de los demás.



Viktor Lowenfeld (1903 - 1960)
 


Las investigaciones de Viktor Lowenfeld han supuesto una importante aportación a la enseñanza y, en gran medida, gracias a él la educación artística ha llegado a conocerse y a ocupar un destacado papel en los sistemas escolares y en la práctica de cada centro.

Su libro “Desarrollo de la capacidad creadora”, ha sido y continúa siendo la obra más completa, útil y bien documentada para el área artística desde la educación infantil hasta la secundaria. Esta obra ha sido completada con las nuevas aportaciones de W. Lambert Brittain. En ella se ofrece una visión coherente, innovadora y bien contrastada en la experiencia de lo que debe ser la enseñanza artística.

Lowenfeld supo combinar una exposición convincente de los argumentos educativos y estéticos de su teoría de la educación artística con indicaciones precisas sobre objetivos, técnicas, materiales, actividades y valoraciones adecuadas a la expresión plástica de los niños. Para él, las actividades creativas adquieren significado cuando se comprende la relación y dependencia dinámica del crecimiento, el desarrollo y la creación.

Según Lowenfeld, el arte es una actividad dinámica y unificadora y desempeña un papel  potencialmente vital en la educación. El dibujo, la pintura o las actividades de construcción plástica constituyen un proceso complejo, en el cual el niño reúne diversos elementos de su experiencia para formar un conjunto de nuevo significado. En este proceso de seleccionar, interpretar y reformar esos elementos, el niño nos da algo más que un dibujo o una escultura, nos proporciona una parte de sí mismo: cómo piensa, cómo siente y cómo ve.

Considera que lo importante no es el dibujo sino el niño que dibuja y tiene más valor el proceso que la obra en sí. La meta no es conseguir obras bonitas, sino personas seguras de sí mismas, capaces de relacionarse y disfrutar de los demás y de su entorno, de expresar desinhibidamente sus ideas, sentimientos y emociones.

Es destacable la claridad con que Lowenfeld presenta las etapas evolutivas del dibujo infantil, considerando que la educación artística debe respetar la evolución natural del dibujo infantil y que los dibujos que hace un niño sean expresión de lo que ese niño es, de cómo vive y siente su mundo, que concuerde con su desarrollo general y con su forma propia de entender las cosas; que no sea una copia o imitación de modelos de otros ni de los adultos.

Lowenfeld propone una educación artística eminentemente activa, creativa y personalizada, en la que el profesor sea principalmente un elemento motivador, capaz de crear un ambiente acogedor y espontáneo en el aula o taller, donde cada uno se sienta satisfecho de hacer lo que hace.



Rudolf Arnheim (1904 - 2007)


Profesor de psicología del arte en la Universidad de Harvard, investigador sobre las formas y funciones del arte y autor de varias publicaciones entre las que cabe destacar “El pensamiento visual”, “Consideraciones sobre la educación artística” y “Arte y percepción visual”.

Para Rudolf Arnheim, el arte es uno de los instrumentos más poderosos de que disponemos para la realización de la vida. Percibir en toda su plenitud, amar, interesarse por algo, comprender, crear, descubrir, anhelar o esperar son las acciones de toda actividad artística y, en sí mismo, el valor supremo de la vida. El arte es un medio fundamental de orientación, nacido de la necesidad que la persona tiene de comprenderse a sí mismo y al mundo en el que habita.

Es a través  de la práctica de las artes como se potencia el desarrollo de la percepción, sin la cual el pensamiento productivo es imposible en cualquier campo de actividad. La percepción y la creación del arte visual serían los agentes primarios en el proceso educativo y en el desarrollo de la mente, pues no parece existir ningún proceso del pensar que, al menos al principio, no opere en la percepción.

El acto de pensar exige imágenes y las imágenes contienen pensamiento. Está comprobado que, sin el uso práctico de las imágenes, apenas se produce enseñanza ni aprendizaje en ningún campo de estudio. La mayoría de las imágenes creadas por el ser humano incluyen elementos de expresión artística, aun cuando no estén hechas para ese fin.

Una persona que pinta, escribe, compone o danza, piensa con sus sentidos creando belleza, perfección, armonía y orden. Hace visibles cosas invisibles. Da expresión al placer o al descontento. Desarrolla el sistema sensorial, que es uno de los principales recursos de nuestra vida cognitiva, y aprende a usar los sentidos como condición indispensable para el funcionamiento de la mente en general.

La actividad artística es una forma de razonamiento en la que percibir y pensar son actos que se encuentran indivisiblemente entremezclados. Las artes en general y particularmente las artes visuales, atraen la atención del niño hacia las cualidades específicas de cada objeto, persona, espacio, y, de esta forma, acrecientan su conocimiento. Los primeros dibujos de árboles, lejos de ser intentos de imitación mecánica, dan testimonio de la estructura básica de la planta. Su representación gráfica es merecedora de todo nuestro respeto. Hacer visible un objeto significa captar sus rasgos esenciales.

Rudolf Arnheim considera que, puesto que la percepción es siempre personal, la representación de dicha percepción también debe ser particular de cada uno, por eso no concibe la enseñanza artística como la práctica imitativa o copia de lo que otras personas han representado. El artista debe ser inmune a la reproducción irreflexiva. La copia tiende a inhibir una de las respuestas más preciosas de la mente: conseguir una expresión con significado personal.



Bogdan Suchodolski (1903 - 1992)


Autor de “Tratado de Pedagogía”, Bogdan Suchodolski ha sido un destacado pedagogo y escritor polaco. Uno de sus temas preferentes es la educación que actualmente precisamos en función de un futuro deseable.

Para Suchodolski, la educación a través del arte tiene una influencia profunda y perdurable  y unas dimensiones diferentes a las de la instrucción. La imaginación, la expresión, la comunicación y la creatividad son elementos muy importantes, significativos y necesarios para la vida humana. A través de la actividad artística, la gente puede crear su propio mundo de formas y colores, sonidos y palabras, sentimientos personales y sociales, acontecimientos y experiencias.

El arte, para Suchodolski, es el gran maestro de la imaginación y la imaginación es un factor muy importante del desarrollo de la vida mental. Ayuda a superar la rutina y los estereotipos, no interrumpe nunca el pensamiento, sino que, por el contrario, lo hace más fácil y flexible, ya que nos permite superar nuestros límites y ver aquellos aspectos de la realidad que habrían pasado desapercibidos. El artista da una forma intencionada al material que ha escogido, descubre nuevas dimensiones y posibilidades de nuestra existencia. Su obra puede ser identificada de manera singular como reflejo de su vida mental y emocional.

Suchodolski nos invita a liberarnos de la creencia tradicional según la cual, el acto de la creación es una actividad insólita que conduce a la producción de grandes obras y objetos de valor eterno. No debemos considerar la creatividad como la actividad de un genio, ya que la creatividad es una facultad más general de lo que pensamos. Su práctica es determinante en la vida mental y emocional, conecta la habilidad con la inteligencia y con la observación atenta de nuestro entorno.

El Arte hace posible la libertad y la expresión genuina de las experiencias y los deseos. Atravesando las fronteras de los países y pasando por encima de los conflictos, une a personas desconocidas con lazos invisibles y crea comunidades reales dondequiera que individuos particulares y diversos puedan encontrarse unos a otros. El arte también crea un nuevo modelo de vida, excluye los estereotipos, satisface las necesidades de expresión y comunicación de diversas maneras y sobrepasa los límites de nuestra realidad.



Arno Stern (1924)


Escritor e investigador en el campo del dibujo y la expresión infantil, sus aportaciones son consideradas fundamentales para la comprensión de la expresión infantil y el dibujo como instrumento de expresión.

Arno Stern se muestra crítico con la cultura actual a la que califica de consumista y rodeada de objetos impersonales. Ante esta situación, plantea dos alternativas educativas: o educar para consumir a ultranza o educar para crear. Su propuesta es desarrollar en el niño un aspecto que considera fundamental para el ser humano: la expresión y su sorprendente actividad.

Para Arno Stern, la expresión es el eco de las primeras vibraciones del organismo, la formulación de sensaciones registradas en el interior y que sólo pueden manifestarse a través del lenguaje plástico. Gracias al lenguaje plástico, a cada persona le es permitido crear un universo de recambio, de compensación, un mundo sin contrariedades, hecho y construido a la medida de sus deseos, donde la única dimensión es la de sus emociones. La expresión en un estado de autenticidad se encuentra en los niños pequeños, en los primitivos y en los adultos que se han librado de ciertas influencias educativas represoras.

El acto creador es la función que engendra la expresión y, según Arno Stern, los actos de la expresión sólo renacen al precio de una lenta regeneración, reaprendiendo el uso perdido de sus funciones primitivas y el acercamiento a la expresión supone una trayectoria. Cada sesión o cada proyecto realizado atestiguan la lenta penetración en las capas profundas de la conciencia de lo que hemos pensado, experimentado y efectuado.

La expresión se potencia en un espacio forzosamente apartado de la vida cotidiana y de sus hábitos, donde se olvida para poder recordar el estado anterior a las influencias culturales. En ese lugar que Arno Stern denomina “le Closlieu”, se busca el origen, la esencia de uno mismo y los signos a través de los cuales cada ser singular se manifiesta mediante su lenguaje plástico personal. Estos signos son la manifestación de las sensaciones, sentimientos y preocupaciones de cada uno. Se trata de dar al ser humano la creatividad suficiente para que sea capaz de construirse un futuro mejor.

No existe expresión sin libertad. La espontaneidad, la originalidad y lo sorprendente son los procedimientos para escapar de la natural indiferencia y llegar a la calidad artística. Aquel que se expresa no conoce ni el éxito ni el fracaso, sólo tiene el placer de crear.

Arno Stern, después de estudiar miles de dibujos y pinturas de niños de diferentes culturas, pudo comprobar que todos los niños de cada lugar del mundo utilizan los mismos signos básicos en sus dibujos y por lo tanto su expresión arranca de un código universal. Para él, la educación creadora es una práctica que desarrolla la personalidad, es decir, que forma el carácter al mismo tiempo que enseña a vivir con los otros. El niño que practica el acto creador adquiere una habilidad que le ofrece seguridad.

La tarea y la eficacia del educador, según Arno Stern, está en incitar al alumno al acto creador y ayudarle a provocar la más intensa expresión. Cuando su intervención no va en la dirección natural requerida por el niño, ya no es una ayuda a la expresión, sino un influjo y entonces se convierte en sugerencia.



Howard Gardner (1943)


Psicólogo y teórico de las inteligencias múltiples, Howard Gardner ha estudiado las capacidades cognitivas del ser humano, prestando especial atención a aquellas que intervienen en el desarrollo y la habilidad artística de los niños. Sus investigaciones se centran en el estudio de los códigos simbólicos humanos constituidos por: lenguaje, gestualidad, pintura, música y otras materias esenciales en el área artística y en su didáctica.

Howard Gardner, para quien la habilidad artística se enfoca como una actividad de la mente, sostiene que las facultades sensoriales y perceptivas de los niños se desarrollan mucho más rápidamente durante la infancia temprana, pues la agudeza perceptiva del niño de dos años es muy similar al de seis años e incluso a la de una persona madura.

En la producción de las artes visuales, Gardner valora que las obras de los niños pequeños son tan artísticas, tan imaginativas o tan características como las realizadas por individuos adultos; y están quizá más emparentadas con las obras de los artistas adultos de lo que lo están las obras de los niños un poco mayores, cuya espontaneidad ha disminuido. Existen bastantes afinidades entre el niño pequeño y el artista adulto. Ambos desean explorar libremente, ignorar las fronteras y las clasificaciones existentes y trabajar durante horas sin necesidad de recompensa o estimulación exterior en un proyecto que se apodera de ellos. En cambio, los niños no piensan en sus obras de arte del mismo modo en que lo hacen los adultos. Producen sin referencia al ámbito artístico y están al margen de las presiones del campo artístico y de sus valoraciones, encontrándose distantes de los procesos artísticos de su cultura.

Gardner y otros miembros del grupo Proyecto Cero crearon el programa “Arts PROPEL”, cuyo objetivo es proponer situaciones ricas en las que los alumnos puedan fácil y naturalmente trabajar entre diferentes formas de conocimiento artístico centradas en torno a las artes visuales, la música y la escritura creativa. Cuanto más fundamentados, ricos y significativos son los proyectos artísticos, más eficaz será el aprendizaje y resultará más probable que los estudiantes lleguen a apreciar su actividad.

Una técnica poderosa durante los años de escolarización es, que los niños se vean involucrados en proyectos de envergadura y que puedan fundamentarse directamente en las artes. A través de la participación en proyectos vinculantes, los niños adquieren no sólo habilidades artísticas, sino también conocimiento de lo que significa llevar una empresa significativa, con apoyo adecuado, pero no con ayuda excesiva.

Gardner en su libro “Las cinco mentes del futuro”, manifiesta que la desaparición de las artes en buena parte de los planes de estudio, puede acabar teniendo consecuencias negativas no deseadas. En un futuro inmediato, aquellas sociedades que saben nutrir y preservar la creatividad tienen una probabilidad de prosperar mayor que aquellas otras que desalientan la creatividad, o que se limitan a copiar aquello que auténticos innovadores ya han logrado y que sus sucesores probablemente superarán en el futuro.

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